lunes, 4 de marzo de 2013

PARA UNA ALIMENTACION EQUILIBRADA...

Una alimentación saludable contiene cantidades suficientes de calorías y nutrientes esenciales para el crecimiento y desarrollo óptimo del organismo en cada etapa de la vida y para prevenir deficiencias o excesos nutricionales. Además, aporta carbohidratos, proteínas y grasas en proporciones adecuadas para reducir el riesgo de enfermedades crónicas y es esencial para llevar una vida activa y productiva.

La dieta debe ser variada y debe garantizar el aporte no sólo de los nutrientes requeridos, sino también, el consumo de cantidades suficientes de componentes alimentarios que, aunque no sean nutrientes, tiene efectos biológicos e influyen en la salud y en la vulnerabilidad a las enfermedades, como son la fibra alimentaria, el caroteno beta y sustancias fitoquímica que se encuentran exclusivamente en los vegetales.

Se sabe que los factores genéticos, ambientales y culturales pueden afectar a la salud, pero existe evidencia científica de que el modelos alimentario es uno de los principales factores determinantes del nivel de salud, tanto individual como colectivo.

La elección de alimentos depende no solo de las necesidades energéticas y de nutrientes que tiene el ser humano, sino que hay otros aspectos que influyen en las preferencias alimentarias: disponibilidad de alimentos, políticas económicas, tradiciones culturales y religiosas, ideas sobre la salud, razones de comodidad, publicidad, etc...

Asimismo, la alimentación representa el placer y el compartir, jugando la familia y las personas más cercanas un importante papel en la selección de los alimentos y la planificación de menús. Existen diferentes maneras de combinar los alimentos para hacer dietas saludables y apetitosas que contribuyan a mantener el placer por la comida.

Estudios recientes ponen de manifiesto la bondad de la dieta mediterránea, caracterizada por un consumo elevado de verduras, frutas, pescado y aceite de oliva, que es el patrón tradicional de alimentación en Andalucía.

Son embargo, desde los años 70, nos hemos alejado sustancialmente de dicho patrón, evolucionando hacia un modelo menos cardiosaludable, con altos contenidos en grasas saturadas y colesterol. Esto unido a un aumento del comportamiento sedentario y otros estilos de vida no saludables, justifica la puesta en marcha de actuaciones modifiquen estos hábitos.

Rocío Gay

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