martes, 17 de septiembre de 2013

CARNE DE CABALLO Y ALGUNAS OTRAS COSAS

Al hilo del último escándalo por las hamburguesas de caballo, vamos a tratar de poner luz al tema para despejar las dudas más comunes y evitar miedos innecesarios. 

¿Realmente comer caballo supone un riesgo sanitario? Pues no, aquí en nuestro país es un carne totalmente adecuada para el consumo, y aunque es cierto que no es de las más consumidas, existen hasta carnicerías especializadas. Dicho esto, queda totalmente descartada la idea de que el consumo sea peligroso. Entonces ¿Por qué se retiraron del mercado? La retirada se produjo por temas puramente legales, que la carne de caballo tiene un precio menor a la de potro y ternera y el código alimentarios contempla la sustitución de una alimento por otro de menor coste como fraude económico.

Realmente, no hay indicios para desconfiar de los controles sanitarios tanto a nivel europeo, o estatal así como en la reglamentación técnica sanitaria. Si bien hay países que no son tan estrictos como en España.

Pero no es solo carne de caballo lo que podemos encontrar en nuestra comida. Sabemos de sobra que todo está quimicamente tratado, nuestras verduras y frutas expuestas a insecticidas varios, algunos tipos de carne con sulfitos y nitritos (conservantes), así como glutamatos (potenciadores de sabor).Y es que existen aditivos de todo tipo y para todo, todos ellos bajo regulación, pero también sujetos de forma individual, alergias y sensibilidades, por ello el hecho de no abusar de ningún alimento, nos da casi la certeza de no sobrepasar la dosis recomendada.

Al margen de lo inevitable, hay cosas que están en nuestra mano y con ellas contribuir para evitar ciertas molestias, infecciones y demás problemas de salud que, en ocasiones achacamos al mal estado de un alimento cuando, estadísticas en mano, la más frecuente de las patologías estomacales empieza pos una inadecuada higiene al manipularlos. Quizá ese dolor de estómago tan inoportuno no se deba a que el alimento ha esta demasiado tiempo fuera de la nevera, o que el tendero de turno nos lo vendido en mal estado, sino a que hemos utilizado las técnicas de higiene correctas.

Técnicas tan simples como lavar concienzudamente los alimentos frescos antes de su consumo y no tan solo bajo el grifo sino con algún desinfectante alimentario ( ojo, debe ser para uso alimentario) o sumergir en agua y lejía diariamente estropajo y bayeta. Lo mismo haremos con superficies, tablas de corte y pilas, ya que todos ellos son un potente foco de bacterias que pueden interferir en nuestra salud para mal. Todo ello es muy recomendable llevarlo a cabo ya que, si en otras cuestiones no, en estas si está en nuestra mano.

Lorena Jiménez (Estudiante de Nutrición y Dietética)

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